sábado, 22 de mayo de 2010

ELLA/EL

Él me sabe a quedazón como que se fue colgando, como que se bajó del bus en plena marcha y se fue sueliando. Huele a provincia, no se como explicarlo todavía me excita pero hay algo en él que me sabe a hierba como su nombre, en realidad me sabe a tierra. Tiene ese aroma de las ciudades pequeñas, excesos innecesarios, fanfarrias inútiles, olores extremadamente cursis, frases aprendidas de culebrón tipo: al final el bien siempre triunfa, es que aún no encuentras el amor verdadero… Sabiduría de folletín, filosofía de Carreño, disco rayado. Con todo fue el amor de mi vida durante años, aún lo deseo pero solo eso, luego que se vista y se vaya.

Ella me sabe a smog, como que se empezó a tirar los pedos con antena por las huevas, me da la impresión de que se fue emborrachando de luces de gran ciudad, se fue creyendo todo el cuento de la urbe, empezó por oler a pachuli y terminó hediendo a mall, a nada. Su parlamento empezó a variar, ya no creía en las promesas, yo que quería cantarle: amor nada nos pudo separar, luchamos contra toda incomprensión… y ella que me cantó: cambia todo cambia… pero no así pues chucha! todo se volvió rápido y difuso, todavía me arrecha, quisiera retenerla pero tengo la idea de que se la pasa detrás de todos los que fuman cigarrillo amaneradamente y mueven las manos de manera extraña, está rayada.

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